Traducción
Sal. 50, 7. 3.
Me
rociarás, Señor, con el hisopo, y seré purificado; me lavarás, y quedaré más blanco que
la nieve. Sal.
Ten piedad de mí, oh Dios, según la grandeza de tu misericordia. Gloria al
Padre.
Hisopo:
del latín hyssōpus, este del griego ὕσσωπος hýssōpos, y este del
hebreo 'ēzōb. Se refiere
a algún pequeño arbusto, que debía ser muy abundante en Israel ya que se
menciona con frecuencia en las Sagradas Escrituras (Ex. 12, 22; Lev. 14, 4. 6.
49. 51; Num. 19, 6; Sal. 50, 7; Heb. 9, 19).
También
se habla del hisopo en relación al sacrificio de Cristo en la cruz: “Y estaba
allí una vasija llena de vinagre; entonces la empaparon en vinagre una esponja,
y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca” (Jn. 19:29).
Originariamente
era un manojo de ramas pequeñas y se usaba para esparcir agua bendita. Luego
evolucionó en un mango de metal que lleva en su extremo un manojo de cerdas o
una bola metálica hueca y agujereada para esparcir agua bendita.
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Fuera
del tiempo pascual se usa esta antífona para la aspersión dominical con agua
bendita. Se reza el principio del salmo 50, varios versículos y una Oración al
Ángel de la Guarda.
En
los monasterios (especialmente en los benedictinos), de donde probablemente
proviene este rito, la aspersión se extiende a todas las dependencias
conventuales.
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La
melodía más utilizada –que aquí se presenta– es del siglo XIII, aunque hay
otras dos más antiguas.
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Aquí
se puede descargar el audio de los monjes de la Abadía de San Mauricio y San
Mauro de Clervaux en Luxemburgo.
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