jueves, 24 de agosto de 2023

Credo

 

Traducción

Creo en un solo Dios, Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos.

Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero.

Engendrado, no creado, consubstancial al Padre; por quien todo fue hecho.

Que nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió de los cielos.

Y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María Virgen y se hizo hombre.

Y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilatos. Padeció y fue sepultado. Y resucitó al tercer día según las Escrituras.

Subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre.

Y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a los vivos y a los muertos. Y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo. Que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria y que habló por los profetas.

Creo en Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica.

Confieso que hay un Bautismo para el perdón de los pecados.

Espero la resurrección de los muertos.

Y la vida del siglo venidero. Amén.


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Todos los domingos, días de precepto y algunos días festivos, se canta el Credo o “Símbolo de la fe”.

Es una afirmación rotunda de la fe que le ha sido anunciada en el Evangelio.


El texto de este Credo no es el llamado de los Apóstoles, que se aprende en el catecismo, sino otro más largo y más explícito, redactado en el concilio de Nicea (a. 325) y completado en el de Constantinopla (a. 381), para refutar ciertas herejías entonces incipientes en Oriente.


Los orientales empezaron a cantarlo en la Misa en el siglo V. En el siglo VI lo introdujo en España el concilio de Toledo (a. 589). En Francia entró en el siglo VII, y en el IX en Alemania. En Roma lo introdujo Benedicto VIII, en el siglo XI, por sugerencia de San Enrique Emperador; no habiéndolo usado antes por no haber tenido la Iglesia romana hasta entonces ninguna herejía que combatir.


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Aquí se puede escuchar o descargar el Credo I registrado por los monjes de la Abadía Saint–Maurice et Saint–Maur de Clervaux.


jueves, 17 de agosto de 2023

Ave Maris Stella

 

Traducción

1. Salve, estrella del mar,

Madre santa de Dios

y siempre Virgen,

feliz puerta del cielo.


2. Aceptando aquel «Ave»

de la boca de Gabriel,

afiánzanos en la paz

al trocar el nombre de Eva.


3. Desata las ataduras de los reos,

da luz a quienes no ven,

ahuyenta nuestros males,

pide para nosotros todos los bienes.


4. Muestra que eres nuestra Madre,

que por ti acoja nuestras súplicas

Quien nació por nosotros,

tomando el ser de ti.


5. Virgen singular,

dulce como ninguna,

líbranos de la culpa,

haznos dóciles y castos.


6. Facilítanos una vida pura,

prepáranos un camino seguro,

para que viendo a Jesús,

nos podamos alegrar para siempre contigo.


7. Alabemos a Dios Padre,

glorifiquemos a Cristo soberano

y al Espíritu Santo,

y demos a las Tres personas un mismo honor.

Amén.


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Este himno del siglo IX se canta en las Vísperas de las fiestas de la Santísima Virgen María.


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Aquí se puede escuchar o descargar este himno registrado por los monjes de la Abadía de Fontgombault.


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Aquí se puede leer la traducción en versos de Francisco Luis Bernárdez.


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Ésta es una traducción de este himno atribuida a Lope de Vega:


Salve, del mar Estrella,

Salve, Madre sagrada

de Dios y siempre Virgen,

puerta del cielo santa.


Tomando de Gabriel

el Ave, Virgen alma,

mudando el nombre de Eva,

paces divinas trata.


La vista restituye,

las cadenas desata,

todos los males quita,

todos los bienes causa.


Muéstrate Madre, y llegue

por Ti nuestra esperanza

a quien, por darnos vida,

nació de tus entrañas.


Entre todas piadosa,

Virgen, en nuestras almas,

libres de culpa, infunde

virtud humilde y casta.


Vida nos presta pura,

camino firme allana;

que quien a Jesús llega,

eterno gozo alcanza.


Al Padre, al Hijo, al Santo

Espíritu alabanzas;

una a los tres le demos,

y siempre eternas gracias.


jueves, 10 de agosto de 2023

San Lorenzo, mártir

 

Traducción

Sal. 95, 6.2

Alabanza y hermosura ante su vista, la santidad y la magnificencia en su santuario. Sal. Cantad al Señor un canto nuevo, cantad al Señor toda la tierra. Gloria al Padre.


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Dice el Martirologio Romano del 6 de agosto: "En Roma, en la vía Tiburtina, el triunfo de san Lorenzo Arcediano, el cual, en la persecución de Valeriano, después de muchísimos tormentos de cárcel, varios azotes, varas, plomadas y láminas candentes, por último asado en unas parrillas de hierro, consumó el martirio. Su cuerpo fue sepultado por san Hipólito y el Presbítero Justino en el cementerio de Ciríaca, en el campo Verano".


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Aquí se puede escuchar o descargar el introito registrado por  monjes benedictinos de Francia.


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Todo el salmo 95 celebra la venida del Mesías y la propagación del Reino en el mundo entero y profetiza la segunda venida.

jueves, 3 de agosto de 2023

Santo Domingo, confesor II

 

Traducción

En los coros celestes

resuene una nueva armonía

al son en un nuevo cántico.


A ella responda en esta vida

la melodía de nuestro coro

que se alegra con Domingo.


Desde Egipto desolado

llama al hombre amado

el Hacedor del mundo.


En la barquilla de la pobreza

atraviesa el río de la vanidad,

por la salvación de los pueblos.


Bajo figura de cachorro

el predicador del mundo

fue preanunciado a su madre.


Llevando en la boca una antorcha,

a la ley de la caridad

él exhorta a los pueblos.


Es el nuevo legislador,

es émulo de Elías,

que detesta el mal.


Ahuyenta las zorras de Sansón,

y con la tromba de Gedeón,

hace huir los ejércitos enemigos.


Resucita de entre los muertos,

a un hijo restituido vivo a su madre,

viviendo él todavía.


Con la señal de la cruz cesó la lluvia,

una multitud de hermanos comió pan,

mandado como don de Dios.


Feliz quien por el cual

ya toda la Iglesia rebosante de gozo

es exaltada.


Llena el mundo de la semilla:

entre las huestes celestiales

finalmente recibe su puesto.


El grano yace oculto,

la estrella se esconde en la penumbra:

pero el Creador de todo


hace brotar los huesos de José,

y refulgir a la estrella

por la salvación de las naciones.


Muestra de su virginidad

es que supera todo perfume

la fragancia de su sepulcro.


Los enfermos acuden, y son sanados

los ciegos y los tullidos son curados,

con frecuentes milagros.


Ensalcemos a Domingo

hacedor de prodigios

en voz alta.


Un clamor pidiendo sufragios

siguiendo sus huellas

la gente necesitada.


Y tú, padre tierno y buen

pastor del rebaño y patrono

con oración siempre solícita.


En la corte del Rey supremo,

la suerte del rebaño,

encomienda por los siglos.

Amén. Aleluia.


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Es la secuencia que en el rito dominicano se canta el día de Santo Domingo. Su composición se atribuye al obispo dominico Constantino de Orvieto, autor de una de las primeras biografías de Santo Domingo. La habría compuesto hacia 1246. Esta secuencia figura ya en el Ordinarium del B. Humberto de Romans de 1256, prototipo de la liturgia dominicana, pág. 202.


También los misales franciscanos incluyen esta secuencia.


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En las primeras estrofas evoca a Santo Domingo con referencias a personajes bíblicos, luego ilustra episodios de su vida, para finalmente concluir con una plegaria.


Un acabado comentario a esta secuencia se puede encontrar en el libro de A. Byrnes O.P. (1887-1961) The Hymns of the Dominican Missal and Breviary, págs. 410-418.


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Aquí se puede escuchar o descargar la secuencia registrada por los frailes dominicos de la provincia de Irlanda.