¡Oh
Jesús, dulce recuerdo
que das
verdaderos gozos al corazón!
pero más
que la miel y todas las cosas
es su
dulce presencia.
No se
canta melodía más suave,
no se oye
voz más agradable,
no se
piensa en nada tan dulce
que en
Jesús, el Hijo de Dios.
Oh Jesús,
esperanza de los penitentes,
¡cuán
piadoso eres para los que te imploran!
¡cuán
bueno para los que te buscan!
¡oh!
¿cómo serás para los que te encuentran?
Ni lengua
alguna puede decir,
ni letra
alguna puede expresar,
sólo el
experimentado puede entender,
lo que es
amar a Jesús.
Seas,
Jesús, nuestro gozo,
que serás
nuestro futuro premio:
sea en ti
nuestra gloria,
siempre,
por todos los siglos. Así sea.
Este
himno fue atribuido a San Bernardo. Aunque no se conoce a ciencia cierta su
autor, refleja el espíritu del doctor melifluo. De hecho se puede leer en sus
sermones sobre el Cantar de los Cantares: "Jesús es miel en la boca,
melodía en el oído, júbilo en el corazón"[1].
* * *
Aquí
se puede escuchar o descargar el himno cantado por los monjes de la Abadía de Santa
María Magdalena de Le Barroux.
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Aquí se puede leer la traducción en versos realizada por Francisco Luis Bernárdez.
[1] "Iesus mel in ore, in aure melos, in corde iubilus". Obras completas de San Bernardo, V,
Sermones sobre el Cantar de los Cantares, Sermón 15, 6, B.A.C. Madrid, 1987,
pág. 226-227.