Traducción
Ez. 47. 1-2.9. Sal. 117, 2.
Vi
que manaba agua del templo, del lado derecho, aleluia; y todos
aquellos a quienes alcanzó esta agua, se han salvado, y exclaman: aleluia,
aleluia. Sal. Alabad al Señor, porque es bueno: porque
es eterna su misericordia. Gloria al Padre.
La
aspersión del agua bendita consiste en rociar con ella el altar, los ministros
y los asistentes, entre tanto se canta la antífona –en Tiempo Pascual– Vidi aquam, el principio del salmo 117 y una
Oración al Ángel de la Guarda.
El
objeto de este rito –propio solamente de los domingos– es extremar la
purificación del altar y de los fieles antes de comenzar el gran acto del
Sacrificio e invocar sobre ellos la asistencia del Santo Ángel, “para que los
guarde a todos, los enfervorice, los proteja y los visite” en este momento
solemne.
El
agua que se usa para la Aspersión debe ser bendecida el mismo domingo.
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El
Señor comparó su propio cuerpo con el templo (cfr. Jn. 2, 19-22); y del costado
traspasado de ese templo brotó sangre y agua (Jn. 19, 24) simbolizando la
redención; pues el cuerpo de Cristo es el verdadero templo y en su pasión
cumple la profecía de Ezequiel.
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Se
puede escuchar o descargar esta antífona cantada por los monjes de la Abadía de
Santa Ana de Kergonan aquí.
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Sobre la relación de la profecía de Ezequiel y la iconografía puede leerse un agudo análisis aquí.
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