Traducción
Día de la
ira; día aquel
en que
los siglos se reduzcan a cenizas;
como testimoniaron
David y la Sibila.
¡Cuánto
terror habrá en el futuro
cuando el
juez haya de venir
a juzgar
todo estrictamente!
La
trompeta, esparciendo un sonido admirable
por los
sepulcros de todos los reinos
reunirá a
todos los hombres ante el trono.
La muerte
y la naturaleza se asombrarán,
cuando
resucite la criatura
para que
responda ante su juez.
Aparecerá
el libro escrito
en que se
contiene todo
y con el
que se juzgará al mundo.
Así,
cuando el juez se siente
lo
escondido se mostrará
y no
habrá nada sin castigo.
¿Qué diré
yo entonces, pobre de mí?
¿A qué
protector rogaré
cuando ni
los justos estén seguros?
Rey de
tremenda majestad
tú que,
al salvar, lo haces gratuitamente,
sálvame,
fuente de piedad.
Acuérdate,
piadoso Jesús
de que
soy la causa de tu calvario;
no me
pierdas en este día.
Buscándome,
te sentaste agotado
me
redimiste sufriendo en la cruz
no sean
vanos tantos trabajos.
Justo
juez de venganza
concédeme
el regalo del perdón
antes del
día del juicio.
Grito,
como un reo;
la culpa
enrojece mi rostro.
Perdona,
señor, a este suplicante.
Tú, que
absolviste a María (Magdalena)
y
escuchaste la súplica del ladrón,
me diste
a mí también esperanza.
Mis
plegarias no son dignas,
pero tú,
al ser bueno, actúa con bondad
para que
no arda en el fuego eterno.
Colócame
entre tu rebaño
y
sepárame de los machos cabríos
situándome
a tu derecha.
Tras
confundir a los malditos
arrojados
a las llamas voraces
hazme
llamar entre los benditos.
Te lo
ruego, suplicante y de rodillas,
el
corazón acongojado, casi hecho cenizas:
hazte
cargo de mi destino.
Día de
lágrimas será aquel día
en que
resucitará, del polvo,
para el
juicio, el hombre culpable.
A ese,
pues, perdónalo, oh Dios.
Señor de
piedad, Jesús,
concédeles
el descanso. Amén.
* * *
Este
himno del siglo XIII fue atribuido a diversos autores, pero no se pudo
establecer quién lo compuso. Se lo suele situar entre los mejores poemas en
latín medieval.
El poema
describe el día del juicio final, con la última trompeta llamando a los muertos
ante el trono divino. El inicio está inspirado en el libro de Sofonías
1, 15-16: "Día
de ira es aquel día, día de angustia y aflicción, día de devastación y ruina, día
de tinieblas y oscuridad, día de nubes y densas nieblas; día de trompeta y
alarma contra las ciudades fuertes y las altas torres". También alude al oráculo de la Sibila Eritrea, citada por San Agustín en La Ciudad de Dios, Libro XVIII, capítulo 23.
Este
himno se usó como secuencia en la Misa de difuntos del rito romano a partir del
siglo XIV.
* * *
Aquí se
puede escuchar o descargar la secuencia registrada por los frailes dominicos de
la provincia polaca, según la notación del Gradual Dominicano.
* * *
Esta es
la traducción en versos de la Revista "Número".
Día
airado el que en tu riza
vuele el
orbe hecho ceniza
cual David
lo profetiza.
¡Qué
temblor en cada pecho
cuando
tras de tu derecho
nos
aguardes en acecho!
Un
clangor extraordinario
llamará
sobré el osario
a los
hombres al Santuario.
Estupor
tendrá la muerte
cuando
vea al hombre inerte
levantarse
de tal suerte.
Verá el
mundo el libro abierto
donde
queda al descubierto
todo
humano desacierto.
¿Quién
será el que se resista
cuando el
Juez al juicio asista?
Nada
oculto habrá a su vista.
¿Qué diré
yo miserable?
¿quién
habrá que por mí hable,
cuando el
justo es despreciable?
Rey de
inmenso poderío
que si
salvas eres pío,
sálvame,
refugio mío.
¿No
recuerdas que llevaste
mi natura
y la purgaste?
No me
pierdas si me amaste.
Si
buscándome sufriste;
si en la
Cruz me redimiste,
no
malogre lo que hiciste.
Justo
Juez de la vindicta;
da el
perdón a mi alma aflicta
antes de
la cuenta estricta.
Reo soy,
me tiene opreso
la
vergüenza de mi exceso:
ten
piedad pues me confieso.
Si a
María la absolviste
y al
ladrón su ruego oíste,
esperanza
a mí me diste.
Falto y
pobre es el mi ruego,
mas
acéptalo en sosiego:
no me
arrojes en el fuego.
Dame un
sitio eh el rebaño
de tu
diestra; donde el daño
no reciba
del engaño.
Ponme aparte
del impuro
que
confundes en lo obscuro,
llámame a
tu seguro.
Pídote
Señor, contrito
bajo el
peso del delito,
que mi
fin sea bendito.
Día
triste y lacrimoso
aquél en
que del reposo
llames al
hombre a tu juicio.
Séale tu
amor propicio.