Traducción
En los
coros celestes
resuene una
nueva armonía
al son en
un nuevo cántico.
A ella
responda en esta vida
la melodía
de nuestro coro
que se
alegra con Domingo.
Desde
Egipto desolado
llama al
hombre amado
el Hacedor
del mundo.
En la barquilla
de la pobreza
atraviesa
el río de la vanidad,
por la
salvación de los pueblos.
Bajo
figura de cachorro
el predicador
del mundo
fue preanunciado
a su madre.
Llevando
en la boca una antorcha,
a la ley
de la caridad
él exhorta
a los pueblos.
Es el
nuevo legislador,
es émulo
de Elías,
que
detesta el mal.
Ahuyenta
las zorras de Sansón,
y con la
tromba de Gedeón,
hace huir
los ejércitos enemigos.
Resucita
de entre los muertos,
a un hijo
restituido vivo a su madre,
viviendo
él todavía.
Con la señal
de la cruz cesó la lluvia,
una multitud
de hermanos comió pan,
mandado como
don de Dios.
Feliz
quien por el cual
ya toda
la Iglesia rebosante de gozo
es
exaltada.
Llena el
mundo de la semilla:
entre las
huestes celestiales
finalmente
recibe su puesto.
El grano yace
oculto,
la
estrella se esconde en la penumbra:
pero el Creador
de todo
hace brotar
los huesos de José,
y refulgir
a la estrella
por la
salvación de las naciones.
Muestra
de su virginidad
es que supera
todo perfume
la
fragancia de su sepulcro.
Los
enfermos acuden, y son sanados
los
ciegos y los tullidos son curados,
con
frecuentes milagros.
Ensalcemos
a Domingo
hacedor
de prodigios
en voz
alta.
Un clamor
pidiendo sufragios
siguiendo
sus huellas
la gente
necesitada.
Y tú, padre
tierno y buen
pastor del
rebaño y patrono
con oración
siempre solícita.
En la
corte del Rey supremo,
la suerte
del rebaño,
encomienda
por los siglos.
Amén.
Aleluia.
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Es la secuencia que en el rito dominicano se canta el día de Santo Domingo. Su composición se atribuye al obispo dominico Constantino de Orvieto, autor de una de las primeras biografías de Santo Domingo. La habría compuesto hacia 1246. Esta secuencia figura ya en el Ordinarium del B. Humberto de Romans de 1256, prototipo de la liturgia dominicana, pág. 202.
También
los misales franciscanos incluyen esta secuencia.
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En las
primeras estrofas evoca a Santo Domingo con referencias a personajes bíblicos,
luego ilustra episodios de su vida, para finalmente concluir con una plegaria.
Un
acabado comentario a esta secuencia se puede encontrar en el libro de A. Byrnes
O.P. (1887-1961) The Hymns of the Dominican Missal and Breviary, págs. 410-418.
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Aquí
se puede escuchar o descargar la secuencia registrada por los frailes dominicos
de la provincia de Irlanda.
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