El
origen de la Salve Regina se remonta
al siglo XI. Se atribuye la composición a Hermann von Reichenau (Hermannus
Contractus). La redacción final de esta antífona fue establecida en la Abadía
de Cluny en el siglo XII.
Los
dominicos la introducen como antífona de la procesión al final de la jornada
hacia el 1220. Promediando el siglo XIII, los cistercienses comienzan a
utilizarla. Posteriormente se prescribe su canto o recitación
al final de completas en el breviario romano. Luego se introducen otras tres
antífonas marianas para las distintas estaciones del año litúrgico.
Los
hijos de Santo Domingo durante el tiempo pascual no cantan al final de completas la antífona Regina coeli, sino la Salve con aleluia, con la notación
propia de sus libros litúrgicos.
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Aquí
se puede descargar esta antífona cantada por los frailes dominicos de la
provincia polaca.
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