Traducción
Luc. 2, 32. 29-31.
Ant. Luz para iluminar a las naciones
y para gloria de tu pueblo, Israel.
1. Ahora, Señor, puedes ya dejar ir
a tu siervo en paz, según tu palabra.
2. Porque mis ojos han visto tu
salvación.
3. Que has preparado ante la faz de
todos los pueblos.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era
en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Mientras
se distribuyen las candelas, se canta el Nunc
dmittis con la antífona que es repetida luego de cada verso.
* * *
Como el anciano Simeón, el cristiano debe tener –en espíritu– los brazos extendidos para recibir al Hijo de Dios.
Aquí se puede escuchar o descargar el audio de las monjas de la Abadía Notre-Dame d'Argentan.
* * *
Se lee en
Lc. 2, 22 "Cuando se cumplieron los días de la purificación de María,
según la ley...".
¿Cómo se puede asumir que María, la Virgen Inmaculada, haya podido ser purificada?
Dice
Santo Tomás de Aquino que " así como Cristo, a pesar de no estar sometido a la
ley, quiso experimentar la circuncisión y las otras cargas de la ley, para
darnos ejemplo de humildad y obediencia, para dar su aprobación a la ley, y
para quitar a los judíos la ocasión de cualquier calumnia, por esas mismas
razones quiso que también su Madre cumpliese las observancias de la ley, a
pesar de no estar sujeta a las mismas"[1].
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