jueves, 6 de agosto de 2020

Quicumque Christum


1. Los que buscáis a Cristo,
levantad los ojos a lo alto:
allí podréis contemplar
una manifestación de la gloria eterna.

2. Vemos algo resplandeciente,
que ansiamos no tenga fin,
sublime, excelso, inmenso,
más antiguo que el cielo y el caos.

3. Es éste aquel Rey de las naciones,
y Rey del pueblo judío,
prometido al patriarca Abrahán,
y a su descendencia para siempre.

4. El Padre nos manda, con su palabra,
que a Él escuchemos y en Él creamos,
tomando como testigos y notarios
a los mismos profetas.

5. Gloria a ti, Señor,
que apareciste hoy,
con el Padre y el Espíritu Santo,
por los siglos sempiternos.
Amén.

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Dice el Martirologio Romano: En el monte Tabor, la Transfiguración de nuestro Señor Jesucristo.

Esta fiesta, celebrada desde antiguo en Oriente, fue establecida en Occidente por el Papa Calixto III en 1457, a raíz de la victoria sobre los turcos en Belgrado, gracias a la intervención de San Juan de Capistrano.

Es la fiesta titular de la Archibasílica de San Juan de Letrán, cuya denominación oficial es Archibasílica Papal del Santísimo Salvador y de los Santos Juan Bautista y Juan Evangelista en Letrán. Es madre y cabeza de todas las iglesias de la ciudad de Roma y del mundo.

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Este himno –se canta en las Vísperas y los Maitines de la Transfiguración del Señor– fue compuesto por Aurelio Prudencio (348-410) y forma parte del Cathemerinón (cantos cotidianos), originalmente pensado por el autor para la Epifanía.

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San León Magno enseña que con la Transfiguración el Señor "se proponía substraer el corazón de sus discípulos al escándalo de la cruz, y evitar que la ignominia voluntaria de su pasión afectara la fe de aquellos ante los cuales descubriría la excelencia de su dignidad oculta".

San Pedro dice que "no os hemos dado a conocer el poder y la Parusía de nuestro Señor Jesucristo según fábulas inventadas, sino como testigos oculares que fuimos de su majestad. Pues Él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando de la Gloria majestuosísima le fue enviada aquella voz: «Éste es mi Hijo amado en quien Yo me complazco»; y esta voz enviada del cielo la oímos nosotros, estando con Él en el monte santo" (2 Ped. 1, 16-18).

Al respecto se puede leer un interesante artículo sobre los testimonios de Moisés y Elías, y de la implicancia escatológica del misterio de la Transfiguración aquí, aquí, aquí y aquí.

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Aquí se puede escuchar o descargar este himno registrado por los monjes de la Abadía de Fontgombault.

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Francisco Luis Bernárdez, tradujo la versión del Breviario Romano en versos. Se puede leer aquí.

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