viernes, 15 de abril de 2022

Viernes Santo


Traducción

cfr. Lam. 3, 1-9


Alef. Yo soy el varón que estoy viendo la miseria mía bajo la vara de la indignación.

Alef. Entre tinieblas me ha hecho andar, y no en el resplandor de la luz.

Alef. No ha cesado día y noche de descargar sobre mí su mano.

Bet. Ha hecho envejecer mi piel y mi carne, y ha quebrantado mis huesos.

Bet. Ha levantado una pared alrededor mío; y me ha cercado de amarguras y de congojas.

Bet. Me ha colocado en un lugar tenebroso, como a los muertos para siempre.

Guimel. Me circunvaló por todos lados para que no escapase; me puso pesados grillos.

Guimel. Y aunque yo clame y ruegue, no hace caso de mis plegarias.

Guimel. Cerró mis caminos como piedras de sillería, desbarató mis senderos.

Jerusalén, Jerusalén, conviértete al Señor, tu Dios.


* * *


La plegaria final es una breve cita bíblica que no pertenece al libro de las Lamentaciones, sino que se trata de una adaptación que procede del libro del profeta Oseas, 14, 2: Israel, conviértete al Señor, tu Dios.


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En el año 1081 el Concilio de Burgos determinó la abolición del rito hispano en Castilla, León, Aragón y Navarra, y la instauración oficial de la liturgia romana. A pesar de la abolición del rito, el repertorio romano no se instauró en su totalidad, por lo cual en aquellos textos en los que coincidieron en ambas tradiciones –como las lamentaciones– la iglesia hispana mostró una gran resistencia a reemplazar los cantos arraigados en su tradición por los utilizados en el rito romano. La tradición de cantar lamentaciones con un tono autóctono permaneció activa en la Península Ibérica desde la alta edad media hasta la primera mitad del siglo XVII.


En 1934 el P. Germán Prado –monje benedictino y musicólogo– publicó las antiguas melodías hispanas de las Lamentaciones de Jeremías que se cantan en el Santo Triduo.


Ésta corresponde a la tercera lamentación del Viernes Santo tomada del códice de León.


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Aquí se puede escuchar online o descargar el canto de la lamentación por un monje de la Abadía de Santo Domingo de Silos.


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