martes, 25 de enero de 2022

Conversión de San Pablo

 


Traducción

2Tim. 1, 12; Sal. 138, 1-2

en quien he puesto mi confianza, y cierto estoy de que Él es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día. Sal. Señor, me probaste y me conociste: tú conociste mi caída y mi resurrección. Gloria al Padre.


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Dice el Martirologio Romano: "La conversión de san Pablo Apóstol, que fue el año segundo, después de la Ascensión del Señor".


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Aquí se puede escuchar o descargar el audio de las monjas de la Abadía Notre-Dame d'Argentan.


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Santo Tomás de Aquino comenta el versículo de la 2ª carta a Timoteo:

-"porque bien sé…" Pónese la certeza de su esperanza que le hace no avergonzarse; también esto proviene de las promesas de Dios todopoderoso. Por eso dice: "de quién me he fiado". Y hay que notar que una cosa es el acto de fe por el que decimos: creo, y otra creerse de la fe de alguno, hacer confianza de él. En el primer caso el sentido es éste: bien sé, esto es, sé que es veraz el que hizo la promesa y poderoso para otorgar la vida eterna que prometió repetidamente al hombre que permanece fiel. Mas lo que de aquí se sigue, al contrario, es que lo mismo es ciencia que fe, e idéntico lo sabido y lo creído, cosa imposible, porque lo propio de lo sabido es que se vea, y lo propio de lo creído que no. Respondo: en la fe hay que distinguir dos cosas: lo que se cree y la persona a quien se da crédito. De lo que se cree no puede haber ciencia, porque así perdería la razón de crédito, pero sí de la persona a quien se cree, porque se sabe, por evidentísima razón, que Dios es veraz. Y así dice: de quien me he fiado. -"No queráis creer a todo espíritu, sino examinad los espíritus si son de Dios" (1Jn 4,1).

En el segundo caso el sentido es más verdadero, como si dijera: ya que a mí mismo, mis penalidades y trabajos los he confiado, esto es, entregado a Dios, sé que es poderoso para conservar mi depósito. Y depósito se dice de dos maneras: de una, lo que yo deposité; como lo hace el hombre que deposita en Dios su salvación, cuando se le entrega sin reservación alguna. "descargando en su seno todas vuestras solicitudes, pues Él tiene cuidado de vosotros" (1P 5,7). Asimismo deposita sus obras, cuando no recibe juego su recompensa, sino a la postre, como el hombre munificente y benéfico, que deposita en Dios sus buenas obras hasta aquel día en que juzgará las cosas ocultas de los hombres, a quienes dará entonces la recompensa de sus trabajos, "dad al varón justo la enhorabuena, porque él comerá del fruto de sus buenas obras" (Is 3,10); o el depósito, esto es, el oficio que quedó depositado en mi poder, a saber, el oficio evangélico. "Ese mismo es ya un instrumento elegido por Mí para llevar mi nombre" (Ac 9,15). Dios también es poderoso para conservar a su Apóstol hasta su muerte.


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